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Soneto 151

¿Amor joven, qué sabe de conciencia?
Mas la conciencia nace del amor.
Tierno amor, no me imputes mis urgencias
si de mis faltas culpable es tu ardor.
Pues cuando me traiciono yo, traiciono
lo más sublime en mí, por impurezas.
Mi alma le permite al cuerpo abandono
en el amor. Y la carne no objeta.
Pero con sólo tu nombre escuchar,
a ti apunta, cual premio codiciado.
Y se conformaría con pasar
por esclavo, por estar a tu lado.
No falta de conciencia justifica
que la llame amor, cuando tú lo implicas.
inglés

Por la posición en que aparece este soneto, al final de la colección, se podría considerar escrito para la mujer. Pero el lenguaje y el tono que tiene son más consistentes con los escritos para el muchacho. Hace más sentido en el contexto de poemas anteriores, cuando la presencia de la mujer ya era conocida por el muchacho y Shakespeare estaba tratando de negociar las dos relaciones que todavía no se habían echado a perder.

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