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Soneto 37

Como un padre decrépito disfruta
de ver a su hijo joven hacer cosas,
así yo, batido por la fortuna,
disfruto de tu juventud hermosa.
La cuna, riquezas, belleza o ingenio,
todas, algunas de ellas o algo más,
forman parte de tu sitial egregio,
y hago parte de mi realidad
para ser menos pobre y miserable.
Adquiere de ti mi sombra sustancia,
y con tu riqueza se hace admirable
porque le imparte vida tu abundancia.
Mira lo bueno, y eso toma de mí.
Ese es mi deseo, y me hace feliz.
inglés

Pasa el tiempo. Las altas y las bajas continúan. En el soneto anterior Shakespeare estaba listo para dejar al muchacho. En este, vemos que no lo hizo. Es posible que la relación haya entrado en un periodo de rompimientos y reconciliaciones que es común en las relaciones amorosas que van en deterioro. Existe otra posibilidad, y es que el soneto está fuera de lugar.

No sabemos con certeza si fue Shakespeare quien enumeró los sonetos y si están en orden cronológico. En algunos de los sonetos notamos una disonancia temática con el lugar en que aparecen. Tampoco sabemos con certeza si fue el autor quien los mandó a publicar, o si fueron recopilados por otra persona, sin su autorización. Los sonetos habían circulado entre amigos por espacio de una década. En el 1609 aparecen publicados por primera vez. Shakespeare muere siete años más tarde en el 1616. No hay indicios de que Shakespeare se acreditara la autoría de los sonetos fuera del círculo privado de amigos que los leía. La edición publicada contiene una serie de errores tipográficos y de contenido que contrasta con la calidad de la publicación del poema “Venus y Adonis” que Shakespeare había mandado a publicar anteriormente. En el 1623, siete años después de su muerte, los amigos de Shakespeare recopilan las obras teatrales del autor y publican el primer folio con treinta y seis de sus trabajos, divididos en comedias, historias y tragedias, pero no sonetos. No se incluyen los sonetos, cuando sabemos que los amigos los conocían. La segunda edición de los sonetos aparece en el año 1640, veinticuatro años después de la muerte del autor. No hay indicios de que Shakespeare o su grupo de amigos estuvieron interesados en que los sonetos se publicaran y salieran a la luz pública. De ser así, hay que agradecerle al Judas que lo traicionó, por su acción. De lo contrario, se hubieran perdido. Este es un punto de controversia entre los estudiosos del bardo: ¿Los mando a publicar o fueron publicados sin su permiso?

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