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Soneto 114

Quizá mi mente, embriagada de ti,
bebe y se alimenta de decepciones.
Que mis ojos ven bien, puedo decir,
pues tu amor les dio en alquimia lecciones,
haciendo de monstruos y otros horrores
querubines dulces con tu apariencia,
haciendo las cosas malas mejores,
tan pronto como en ellos se presentan.
¡Oh! Estas imágenes de adulación
mi mente las prepara, y de ellas toma.
Mis ojos saben cuál es su pasión,
y a su gusto le preparan la copa.
Mas lo peor no es que sean veneno.
Mis ojos las ven y beben primero.
inglés

En cosas del amor siempre existe una tensión entre el corazón y la mente. Si la mente se deja llevar sólo por el corazón pierde el sentido de la razón. Eso es lo que Shakespeare dice en este soneto: lo que fue para él la experiencia con el muchacho. De tal manera le dominó el corazón, que todavía no ve claro.

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