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Soneto 107

No el miedo, ni las proféticas voces
del mundo que sueña lo venidero
tendrán control del destino que abrogue
este amor, considerado ya muerto.
La luna trasciende su propio eclipse,
y el augur se mofa de sus presagios.
Las incertidumbres se tornan firmes
con paz duradera por muchos años.
Con gotas de este fructífero tiempo
mi amor se revive, y la muerte cede.
Podré vivir así en mis pobres versos,
mientras la muerte acaba la otra gente.
Este será tu eterno monumento
cuando de otros las glorias bata el tiempo.
inglés

Las personas que sabían de la relación entre Shakespeare y el muchacho sabían también que no podía durar. Esas son las proféticas voces del mundo. El miedo era el suyo, que también entendía lo mismo. Hasta la fecha, las reconciliaciones habían seguido los rompimientos, y la relación se recuperaba como la luna se recupera de los eclipses. Los augures también se equivocan. La relación se encuentra en un periodo de calma. Eso lo hace pensar que su amor puede revivir. Se aferra a la esperanza. Pero de estar equivocado, quedan los versos, donde él y su amado vivirán eternamente.

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