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Soneto 7

Cuando la luz del sol en el oriente
levanta su cabellera, devotos
videntes honran la luz incipiente,
haciendo reverencia con sus ojos.
Habiendo ascendido al tope celeste,
pareciendo aún joven en su edad media,
su belleza a los mortales sorprende
quienes siguen la áurea carretera.
Pero cansado ya al bajar la cima
como un anciano se aparta del día.
Los ojos fieles le pierden estima,
y mueven la mirada hacia otras vías.
Así con tu resplandor agotado,
sin hijos, serás también ignorado.
inglés

Compara al muchacho con un dios griego, Helios, que cruzaba diariamente el orbe celeste en su carreta tirada por cuatro caballos. Shakespeare está infatuado con el muchacho.

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