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Soneto 2

Con cuarenta años de asedio en tu cara
y hondas trincheras en tu linda piel,
tu juventud que provoca miradas
será hierba seca de poco valer.
Cuando te pregunten por tu belleza
y tus tesoros de enérgicos días,
dirás que en tus hundidos ojos pesan
penas de profunda melancolía.
Mejor uso daría tu belleza
si respondes: “Este bello hijo es mío.
Mi vejez excuso con su presencia.”
Siendo él prueba de tu hermosura y brío.
Él será nuevo cuando seas viejo,
tibia sangre de tu frío reflejo.
inglés

Shakespeare está hablando con un muchacho joven y soltero. Lo exhorta a que se case y tenga hijos. Oigamos más.

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