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Introducción

Esta traducción de los sonetos de Shakespeare al español pretende abrir una puerta que permita una experiencia directa con el autor. Permita una experiencia personal, sin la mediación de expertos y eruditos, si así lo desea el lector. Una experiencia compleja. De múltiples dimensiones y riqueza.

La traducción trata, sobre todo, de ser fiel al contenido. Trata, también, de dar una experiencia que se acerque a la forma y el estilo de los sonetos. Hay mucho que se pierde en esta traducción: el uso de significados múltiples de palabras, los doble sentidos, la picardía de palabras y expresiones, la alusión a costumbres e idiosincrasias de la época, la compresión de lenguaje e ideas y las contorsiones de la sintaxis.

Esta traducción le da la oportunidad al lector de leer la obra en su totalidad. Esa experiencia es muy diferente a leer algún que otro soneto aislado. Hay una secuencia y una historia que vamos descubriendo a medida que leemos los sonetos.

Podemos tomar una de tres perspectivas que nos permiten un encuentro con Shakespeare. Una es la perspectiva del hombre histórico. El hombre que vivió más de cuatrocientos años atrás en Inglaterra y de quien conocemos muy poco. Con este hombre apenas nos podemos relacionar. Otra perspectiva es la del hombre humano. Tenemos acceso a este hombre exclusivamente a través de sus escritos. En este caso, los sonetos. La tercera perspectiva es la mitológica. Shakespeare, el mito. Esta es la perspectiva dominante en el presente. Es la perspectiva de más arraigo puesto que ha sido cultivada por tantos años y más mérito tiene dentro del contexto de su obra completa. Qué perspectiva preferimos está a nuestra discreción, pero la única que nos permite relacionarnos personalmente con el autor es la perspectiva humana. La histórica carece de información y detalles. La mítica no es humana.

El lector que lee estos sonetos en su totalidad, desprovisto, en lo posible, de prejuicios culturales y de la imagen mítica y de perfección del autor, no puede evitar sentir un encuentro personal con un hombre. Tomados en conjunto, estos sonetos representan un drama escrito en ciento cincuenta y cuatro capítulos que narran una historia personal. Pero la única manera en que el lector puede llegar a esta experiencia es leyendo la secuencia de sonetos completa. Algo que un lector sin el dominio del inglés no puede hacer, de no haber una traducción en su idioma. He aquí la necesidad de traducir los sonetos en su totalidad.

En la medida que estamos dispuestos a escuchar, podemos intimar un momento breve de la vida del autor, sentir sus pasiones y ser testigo de sus prejuicios y sensibilidades. Podemos tener un encuentro con un hombre de altura mítica que, en estos sonetos, revela una dimensión humana perteneciente a todos los tiempos, que podemos reconocer y, quizás, tenga resonancia.

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